14 may 2013

Mi departamento




Entré al callejón, camine unos pasos y me paré frente a la puerta, el sudor empezaba a resbalar por mi piel, mi caminata rápida y el sol con aroma a infierno se habían encargado de calentar mi cuerpo; busque las llaves en mi bolsillo, no las encontré; revisé en mi maletín y estaban ahí.
Gire la llave y entre al departamento, estaba vacío como lo había dejado la semana pasada,  cada ruido que hacía resonaba en el lugar, di una vuelta por todas la habitaciones, no sé que buscaba; en los últimos meses había ido constantemente al departamento, prácticamente se había convertido en una especie de reliquia en la que su único visitante era yo, primero yendo constantemente para aburrir  a la inquilina para que desocupara el lugar; después para reparar el lugar, interminables días llevando materiales y revisando que los empleados hagan su trabajo; proseguiría una búsqueda incansable de un futuro inquilino, la reliquia estaba siendo visitada por muchos, ninguno lo apreciaba tanto como para quedarse con ella o no pasaban el ojo clínico del guardián para poderse quedar con ella.
En una de las habitaciones encontré el banco donde pasaba interminables horas tratando de leer un libro, mientras mi celular no dejaba de sonar, no estaba buscando el banco por eso digo que no sé que buscaba; igual decidí sentarme, saque de mi maletín un libro de Herman Hesse para continuar con la lectura que había dejado abandonada días atrás y de repente sonó mi celular. Lo mismo de siempre, cuantas habitaciones tiene y cuál es su precio.
-          ¿Se encuentra usted ahí? –futura inquilina.
-          Sí –respondí.
-          Voy en 10 minutos –futura inquilina.
Habían pasado 15 minutos desde que recibí la última llamada, decidí dejar de leer a Siddhartha, me levante con dirección hacia la puerta, cuando la abrí me encontré con una señora en la puerta. Me impacto su presencia, era una señora sin aire a señorona, tenía un aire a Jennifer Aniston que no parecía tener cuarenta. 
-          ¿Toco usted el timbre? –pregunté.
-          No
-          ¿Usted es la que llamo hace un rato?
-         
-          ¿Y por qué no toco el timbre?
-          Pensé que no estaba –respondió.
Me pareció extraña su manera de pensar cuando minutos antes le había dicho que me encontraba en el lugar; la hice pasar y le mostré el departamento, mientras caminábamos ella imaginaba como irían sus pertenencias; después de enseñarle todo el departamento, mientras que ella terminaba de poner cada cosa en su lugar mentalmente, volteó y se dirigió hacia mí.
-          ¿Dice mi esposo que por qué tan caro?
-          Ese es su precio –le respondí.
-          ¿Nada menos?
-          No
Volvió a caminar por el departamento, observando de nuevo las habitaciones; yo la observaba, no sé por qué razón no le había preguntado nada; siempre hacia muchas preguntas a los futuros inquilinos  ¿Cuántas personas piensan vivir en el departamento? ¿Quiénes son esas personas? ¿En qué trabaja? ¿Dónde trabaja su esposo? ¿Por qué razón está buscando otro piso? Etc. Curiosamente ni siquiera nos habíamos presentado.
-          ¿Estás seguro que nada menos?
-          Completamente –respondí.
-          Mira, donde vivo actualmente tengo cochera y como nosotros tenemos coche y este departamento no tiene cochera, vamos a tener que alquilar una cochera y eso va a tener que ser otro gasto, acá en la bolsa traigo los seiscientos pero necesito que sea algo menos para poderlo tomar.
-          Entiendo, pero lamentablemente ese es su precio
-          Ok, ¿Me das tu nombre y tu número por favor?
-          Mario Martínez, 959633898
-          Ok, déjame hablar con mi esposo y yo te estoy llamando más tarde.
-          ¿Y tu cómo te llamas?
-          Cecilia
-          Ok Cecilia
Le abrí la puerta y nos despedimos afectuosamente, nunca antes había hablado tan poco con un futuro inquilino, fue extraño que permaneciera tan callado y no me era de extrañar que se llamara Cecilia, pero Cecilia ¿qué?, no lo sabía.
Pasaron las horas de la tarde, entre llamadas y Siddhartha, Siddhartha me abandono pero las llamadas seguían constantes, no sólo las llamadas, las visitas también se hicieron llegar pero ninguna como  Cecilia; empiezo arrepentirme de no haber bajado el precio del departamento, podía haberlo hecho, no sé por qué razón me inspiraba tanta confianza su persona y algo me dice que hubiera pagado puntualmente, manteniendo el departamento en perfectas condiciones, me arrepentía y esperanzaba a que llamara; nunca llamo.
Han pasado dos semanas, mi memoria ya no recordaba a Cecilia, mi ex futura inquilina que nunca fue, pero hoy ha pasado algo rarísimo, me ha llamado.
-          ¿Aló?
-          ¿Con Mario?
-          ¿Sí?
-          Hola, soy Cecilia, hace unas semanas fui a ver tu departamento, ¿te acuerdas de mí?
-          Claro –le dije.
-          Mira, me olvide de llamarte ese día, con mi esposo decidimos quedarnos en este piso, ya sabes, por la cochera.
-          Claro
-          Solo llamaba para agradecerte por tu tiempo y disculpa la demora.
-          Ok, no te preocupes –estaba verdaderamente atónito, no había razón para llamarme y decirme eso, siempre los posibles inquilinos decían “lo llamamos”, y eso era una especie de despedida.
-          ¿A verdad? Me olvidaba, este es mi número, cuídate, chau –y colgó.

1 comentario:

Sara Luz dijo...

Interesante, creo que no podre dormir hasta terminar de leer todas las partes. Que bien :)

http://bonifacios.blogspot.com/