Entré al callejón,
camine unos pasos y me paré frente a la puerta, el sudor empezaba a resbalar
por mi piel, mi caminata rápida y el sol con aroma a infierno se habían encargado
de calentar mi cuerpo; busque las llaves en mi bolsillo, no las encontré;
revisé en mi maletín y estaban ahí.
Gire la llave y entre
al departamento, estaba vacío como lo había dejado la semana pasada, cada ruido que hacía resonaba en el lugar, di
una vuelta por todas la habitaciones, no sé que buscaba; en los últimos meses
había ido constantemente al departamento, prácticamente se había convertido en
una especie de reliquia en la que su único visitante era yo, primero yendo
constantemente para aburrir a la
inquilina para que desocupara el lugar; después para reparar el lugar,
interminables días llevando materiales y revisando que los empleados hagan su
trabajo; proseguiría una búsqueda incansable de un futuro inquilino, la
reliquia estaba siendo visitada por muchos, ninguno lo apreciaba tanto como
para quedarse con ella o no pasaban el ojo clínico del guardián para poderse
quedar con ella.
En una de las
habitaciones encontré el banco donde pasaba interminables horas tratando de
leer un libro, mientras mi celular no dejaba de sonar, no estaba buscando el
banco por eso digo que no sé que buscaba; igual decidí sentarme, saque de mi
maletín un libro de Herman Hesse para continuar con la lectura que había dejado
abandonada días atrás y de repente sonó mi celular. Lo mismo de siempre,
cuantas habitaciones tiene y cuál es su precio.
-
¿Se encuentra usted ahí? –futura
inquilina.
-
Sí –respondí.
-
Voy en 10 minutos –futura inquilina.
Habían pasado 15
minutos desde que recibí la última llamada, decidí dejar de leer a Siddhartha,
me levante con dirección hacia la puerta, cuando la abrí me encontré con una
señora en la puerta. Me impacto su presencia, era una señora sin aire a
señorona, tenía un aire a Jennifer Aniston que no
parecía tener cuarenta.
-
¿Toco usted el timbre? –pregunté.
-
No
-
¿Usted es la que llamo hace un rato?
-
Sí
-
¿Y por qué no toco el timbre?
-
Pensé que no estaba –respondió.
Me pareció extraña su
manera de pensar cuando minutos antes le había dicho que me encontraba en el
lugar; la hice pasar y le mostré el departamento, mientras caminábamos ella
imaginaba como irían sus pertenencias; después de enseñarle todo el
departamento, mientras que ella terminaba de poner cada cosa en su lugar
mentalmente, volteó y se dirigió hacia mí.
-
¿Dice mi esposo que por qué tan caro?
-
Ese es su precio –le respondí.
-
¿Nada menos?
-
No
Volvió a caminar por el
departamento, observando de nuevo las habitaciones; yo la observaba, no sé por
qué razón no le había preguntado nada; siempre hacia muchas preguntas a los
futuros inquilinos ¿Cuántas personas piensan vivir en el departamento? ¿Quiénes son esas
personas? ¿En qué trabaja? ¿Dónde trabaja su esposo? ¿Por qué razón está
buscando otro piso? Etc. Curiosamente ni siquiera nos habíamos presentado.
-
¿Estás seguro que nada menos?
-
Completamente –respondí.
-
Mira, donde vivo actualmente tengo
cochera y como nosotros tenemos coche y este departamento no tiene cochera,
vamos a tener que alquilar una cochera y eso va a tener que ser otro gasto, acá
en la bolsa traigo los seiscientos pero necesito que sea algo menos para
poderlo tomar.
-
Entiendo, pero lamentablemente ese es su
precio
-
Ok, ¿Me das tu nombre y tu número por
favor?
-
Mario Martínez, 959633898
-
Ok, déjame hablar con mi esposo y yo te
estoy llamando más tarde.
-
¿Y tu cómo te llamas?
-
Cecilia
-
Ok Cecilia
Le abrí la puerta y nos
despedimos afectuosamente, nunca antes había hablado tan poco con un futuro
inquilino, fue extraño que permaneciera tan callado y no me era de extrañar que
se llamara Cecilia, pero Cecilia ¿qué?, no lo sabía.
Pasaron las horas de la
tarde, entre llamadas y Siddhartha, Siddhartha me abandono pero las llamadas
seguían constantes, no sólo las llamadas, las visitas también se hicieron
llegar pero ninguna como Cecilia;
empiezo arrepentirme de no haber bajado el precio del departamento, podía
haberlo hecho, no sé por qué razón me inspiraba tanta confianza su persona y
algo me dice que hubiera pagado puntualmente, manteniendo el departamento en
perfectas condiciones, me arrepentía y esperanzaba a que llamara; nunca llamo.
Han pasado dos semanas,
mi memoria ya no recordaba a Cecilia, mi ex futura inquilina que nunca fue,
pero hoy ha pasado algo rarísimo, me ha llamado.
-
¿Aló?
-
¿Con Mario?
-
¿Sí?
-
Hola, soy Cecilia, hace unas semanas fui
a ver tu departamento, ¿te acuerdas de mí?
-
Claro –le dije.
-
Mira, me olvide de llamarte ese día, con
mi esposo decidimos quedarnos en este piso, ya sabes, por la cochera.
-
Claro
-
Solo llamaba para agradecerte por tu
tiempo y disculpa la demora.
-
Ok, no te preocupes –estaba verdaderamente
atónito, no había razón para llamarme y decirme eso, siempre los posibles
inquilinos decían “lo llamamos”, y eso era una especie de despedida.
-
¿A verdad? Me olvidaba, este es mi número,
cuídate, chau –y colgó.
-
Voy en 10 minutos –futura inquilina.
-
¿Toco usted el timbre? –pregunté.
-
¿Y por qué no toco el timbre?
Me pareció extraña su
manera de pensar cuando minutos antes le había dicho que me encontraba en el
lugar; la hice pasar y le mostré el departamento, mientras caminábamos ella
imaginaba como irían sus pertenencias; después de enseñarle todo el
departamento, mientras que ella terminaba de poner cada cosa en su lugar
mentalmente, volteó y se dirigió hacia mí.
-
¿Nada menos?
Volvió a caminar por el
departamento, observando de nuevo las habitaciones; yo la observaba, no sé por
qué razón no le había preguntado nada; siempre hacia muchas preguntas a los
futuros inquilinos ¿Cuántas personas piensan vivir en el departamento? ¿Quiénes son esas
personas? ¿En qué trabaja? ¿Dónde trabaja su esposo? ¿Por qué razón está
buscando otro piso? Etc. Curiosamente ni siquiera nos habíamos presentado.
-
Mira, donde vivo actualmente tengo
cochera y como nosotros tenemos coche y este departamento no tiene cochera,
vamos a tener que alquilar una cochera y eso va a tener que ser otro gasto, acá
en la bolsa traigo los seiscientos pero necesito que sea algo menos para
poderlo tomar.
-
Ok, ¿Me das tu nombre y tu número por
favor?
-
Ok, déjame hablar con mi esposo y yo te
estoy llamando más tarde.
-
Cecilia
Le abrí la puerta y nos
despedimos afectuosamente, nunca antes había hablado tan poco con un futuro
inquilino, fue extraño que permaneciera tan callado y no me era de extrañar que
se llamara Cecilia, pero Cecilia ¿qué?, no lo sabía.
-
¿Sí?
-
Claro –le dije.
-
Claro
-
Ok, no te preocupes –estaba verdaderamente
atónito, no había razón para llamarme y decirme eso, siempre los posibles
inquilinos decían “lo llamamos”, y eso era una especie de despedida.
1 comentario:
Interesante, creo que no podre dormir hasta terminar de leer todas las partes. Que bien :)
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