- ¿Y esa cara? –me preguntó Beatriz cuando entró a la sala de descanso y me vio sentado en el sillón.
Me imagino que estaba con un rostro de cansancio y era de entenderse al traer una carretilla desde el convento que quedaba a siete cuadras de donde nos encontrábamos, empezaba a sudar sin parar, me levante sin responderle, me dirigí al baño y me seque con papel higiénico, al regresar le dije:
- Traje la carretilla desde el convento; he dañado el patrimonio del centro histórico, cuando estaba trayendo la carretilla me estrelle contra el muro de una iglesia por ver a una chica de la berma de enfrente.
- Estúpido –me has dicho.
Me he quedado callado, no te he respondido a tu insulto, me gusta que me insultes, se siente placentero que una señorita como tú diga malas palabras, es raro escucharlo de tu boca, siempre eres respetuosa y tienes una manera única de insultar, tu indiferencia.
Odio tu indiferencia, llevamos trabajando ocho meses en las mismas oficinas y a veces aparentas como si yo no existiera, pasas por mi lado y no me dices nada, ni un saludo ni una mirada; yo trato de responderte con la misma indiferencia, me es imposible hacerlo, tu presencia la noto a metros, siempre ando buscándote por los rincones de la casona. Y aunque opto por el mismo comportamiento que el tuyo al no saludarte, yo sé que te das cuenta que mi mirada te llena de halagos.
Has vuelto a desaparecer, es comprensible al no escuchar respuesta alguna de mi boca, me gustaría conversar contigo pero nunca llego a nada, siempre son palabras falaces, como si estuviera en crisis mi vocabulario. En crisis ando por mi mala inversión en el negocio de los libros, ¿poner una librería en pleno siglo XXI? Sobre todo en una cultura donde se lee medio libro al año por ciudadano, y los que leen prefieren un libro usado, también llamado pirata. Asimismo la modernidad ha llegado a los libros y se ha confabulado con la era del ecologismo, ahora es tan fácil descargar un libro digital totalmente gratis; los ecologistas defienden la causa, es un crimen talar un árbol para transformarlo en papel que será decorado con tinta, sobre todo hoy en día que se habla del impacto ambiental. Soy consciente como la gran mayoría de ciudadanos del mundo de este problema, el problema es que no dejamos de ser consumistas y yo soy un vicioso egoísta de los libros y si es preferible de los que tienen tapa dura.
Han pasado unos minutos y sigo en el sillón, ahora escucho música y busco información sobre la feria del libro que se realizará próximamente en nuestra ciudad, de repente la pantalla de mi computador portátil se oscurece, clara señal que la batería se agotó; me quedo viendo la pantalla, pasan los minutos y sigo viendo la pantalla totalmente negra. Ya es hora de salir a almorzar, tenemos un descanso de cuatro horas para volver al trabajo, sigo observando la pantalla.
Ingresas de nuevo a recoger tu cartera, me observas discretamente, das una vuelta por la sala, te pones enfrente, me miras directamente y me dices:
- ¿Vamos a tomar un café?
Te miro, te sonrío, una gota de sudor empieza a brotar de mi piel, me he puesto nervioso y feliz por tu invitación, te respondo con un Ya.
Salimos de la casona, avanzamos un par de cuadras, llegamos al café Valenzuela, subimos la escalera de caracol y nos sentamos en el lugar. Sin decir palabra alguna en todo el trayecto, hemos sincronizado mentalmente llegando a nuestro café favorito, esto todavía no lo sabemos.
- Me gusta este lugar –me dices.
Estoy a punto de responderte cuando suena mi celular, te sonrío y hago un gesto disculpándome por la impertinencia. Señor acaban de asaltar la librería, escucho por el auricular. Mi rostro se descompone por la noticia, tengo una crisis financiera llamada banca rota.
- ¿Y esa cara? – me preguntas.
Me levanto sin decirte nada, bajo las gradas rápidamente y me voy corriendo a la librería. En el trayecto te voy pidiendo perdón por mi indiferencia; perdóname por irme sin decirte nada, tuve un asalto en mi negocio, empiezo a gesticular. Sonrío irónicamente al ver que no estás ahí para escucharme.