11 oct 2012

El trascurrir de María (ex ante crimen)


María espera a que le den el paso, espera con sus ideas detenidas, espera con el miedo tiritar de la mañana; a comparación de otras mañanas, el sol no la abraza, no la embarga con sus rayos de ultra calor, ni siquiera se queja de la temperatura, tan solo deambula en su espera.

Un carro frena al ver a la gente amontonada esperando, María apresura a cruzar la calle, como si el invento del hombre tuviera más importancia en proseguir su camino que nosotros, los de a pie. Regresa a la acera y vuelve a su pausado caminar, ve a los transeúntes que la enfrentan con la mirada ¿sospecharán algo?, no María, no te sientas acusada por lo que pronto vas hacer, te ven por lo bella que eres, no por otra cosa.

Ingresas al mall, aspiras el aire de la calefacción, el aroma de frescura, la sombra en que descansa tu cuerpo, pero por tu estado, el de hoy, por más que estuvieras en un mercadillo, ni notarías la diferencia de lugar.

Lo tienes todo ahí, ropa, artefactos, comida, diversión; todo lo que un ser absorbente de materia necesitaría para vivir. “Si me compro esta prenda, no, mejor esta de aquí ¿y si me llevo las dos?” nada de eso, no tienes ganas de comprar nada, te han arranchado tu esencia de consumismo; a ti, que te gusta la moda y el vestir bien, la que invierte en su presencia, en la elegancia sport de una joven mujer, al menos hoy eres otra, no pareces la chica de los ojos bonitos, te han cambiado.

Sentada esperando que pase la hora de almorzar, no has probado ni el rímel de tus labios, las papas fritas y la hamburguesa siguen intactas, diez minutos más y eres capaz de pararte, coger la vianda, acudir al tacho de basura y darte por satisfecha.

Te sientes aislada en pleno patio de comidas, la gente murmulla a risas, se atragantan de grasas y uno que otro con fruta y vegetal, pero tú no eres parte del paisaje, como si te marginaran por tu decisión, la que te han impuesto a punta de “amor” porque te aman y solo quieren lo mejor para los dos.

Si pudiéramos tomar una foto panorámica del lugar, tu serías el objeto distinto, la del rostro artístico, la pieza que le daría a la imagen el título de obra de arte ¿tan dramática te ves?, tal vez un crítico minucioso resaltaría tus gestos, los que delatarían tus actos, los que van a venir después de esta imagen capturada, la prueba que te sindica como la asesina.

Ves pasar en la pantalla gigante un programa, doctor tv, te da repugnancia como examinan un intestino, no por el solo hecho que te de asco tener comida al frente ni lo salomónico de la trasmisión en un food court, ¿sabes por qué? Porque te imaginas su cuerpecito triturado, sus órganos inacabados, no puedes más, sales corriendo al wáter a vomitar tu suciedad.

Buscas un sillón, tus ojos aún lagrimean, llamas la atención, podrías recibir hasta lastima de algunos, ¿a quien no le enternece un rostro triste y bello?, no quieres saber nada, cierras los ojos pero a la mente no le basta con eso, aún te sigue formulando el arrepentimiento, estas a tiempo, todavía no has hecho nada.

¡Ya es hora! En cualquier momento Miguel va a llamar, deseas que no suceda, un día más por favor, las ideas que claudiques rondan en la oscuridad de tu ser, ¿y si no es lo mejor para los dos? Tal vez los tres lleguen a ser más felices todavía.

- ¿María dónde estas? ¡El médico no te va a esperar toda la tarde!

¡Dile que no vas a ir María! Tienes ganas de balbucear ese no, pero es Miguel, ha sido tan bueno contigo, lo quieres tanto, él te ha dicho que después van a tener muchos hijos, que no es el momento; por un lado te espera la cloaca de clínica esa y por otro la interrogante, si le digo que no ¿qué me espera? El futuro sigue siendo incierto en los dos casos pero prefieres la seguridad del hoy, prefieres a Miguel y lo bien que se lo pasan.

- Estoy tomando el taxi amor.



2 oct 2012

Nuestra estación


Tú, apoyada sobre mi hombre, abrazándome por detrás, con la mirada en el mar de Mollendo; yo, con el rostro tranquilo, con los brazos sueltos, con la mirada en paz.

Pensativos ambos, perdiéndonos en el paisaje, en la estación de tren, en los rieles y en la añoranza de un pueblo que ya no es el mismo. Y pienso en ti y piensas en mí, en lo nuestro, en los meses, en lo vivido; porque hemos transcurrido varios días juntos y viéndonos así, queremos más.

El balcón, la madera, el lente fotográfico, Jorge, todo confluye para capturar ese momento, que al igual que el pueblo, nunca más será el mismo. Suena doloroso, pero los tiempos nunca vuelven a calzar igual ni nuestro sentir, en esos segundos, se repetirán.

No digo que ya acabe, que no hay más, que se terminó, porque cada vez que la veo, vuelve a mí ese recuerdo, la seguridad de tenerte detrás mío, con los brazos dándome amor, sintiendo de cerca tu cuerpo, impregnándome tu aroma y no lo quiero dejar.

Te observo estable, en mi hombro, donde siempre quiero que te apoyes, cuando tengas fatiga o te sientas feliz, como ese día, ese instante. Mi ser vigilante, la que me cuida las espaldas, la que me apoya con la mirada, la que se pierde conmigo en el mar.

Pero también hay el temor, el miedo, la perdida; mis ojos lo dicen, tengo la necesidad de ti, el aburrimiento de ti, la falta de ti y si un día ya no estás, esa fotografía se perderá con nosotros; por más que vuelva al archivo, busque imágenes y le dé clic a la fotografía, la sensación de verla no será la misma.

Y cuando vuelva al mismo paisaje, será una puñalada al corazón, porque las nostalgias de los pueblos existen, basta ver esas antiguas fotos en la estación de Mollendo y preguntarse ¿por qué no se quedó igual?, lo mismo que cuando veo la Arequipa de antaño, la de mis padres, la de mis abuelos y la tuya en ese momento, en ese lugar, esperando no ahogar nuestro amor.



20 sept 2012

El silencio de mis días




Me he detenido un momento, en la banqueta de mi vida, a reflexionar de los sucesos acontecidos a lo largo de mis despertares, los que llevan casi y 25 años, y me doy con la realidad pura del ruido, ese que ha ido rompiendo mis silencios a pedacitos.
El mundo es distinto al que me cobijaba 20 años atrás, ya no vivo en la casa grande, rodeado por jardines, el establo y la tierra colorada; ahora vivo en una urbanización, dentro de un edificio y con el numero 301. Nunca tuve vecinos tan cercanos como los tengo ahora, llevo un poco más de tres años viviendo acá y fuera de los miembros del edificio, no conozco a nadie más, quiero creer que es parte del proceso de socialización.
Recuerdo haberme emocionado un día al ver en mi calle, en la que ya no vivo, pasar un sin número de vehículos, atravesándola de arriba abajo, por dos días se convirtió en la prolongación de la  Prolongación Av. Ejercito, ¿y cómo no iba a emocionarme? Si por mi calle pasaba un vehículo cada hora (siendo optimistas), sin duda para mí era una novedad, de la cual me jacte de contarla todos los años que duro mi niñez.
Hoy ando aborreciendo la infinidad de carros que pasan por la calle de la urbanización, sin contar las innumerables alarmas, bocinazos, tubos de escape y bombos parlantes que mis oídos escuchan al compas del reloj. Como va cambiando mi percepción de emociones, gustos, disgustos y odios a través de los años.
Nos hemos vuelto una sociedad escandalosa, o tal vez, no hemos sabido culturizar el ruido tecnológico que nos embarga, el que sin querer nos va quitando pedacitos de nosotros y nos volvemos meros objetos que tenemos que tunear.
Quiero que se entienda por “ruido” el flujo absorbente de silencio, en definitiva, el ruido es eso. Y en mis casi 25 años voy siendo absorbido por el ruido, el que me ha quitado las horas de vocación a reflexionar mi ser y me ha conducido a vivir sin mí.
Al describir mi día más carente e improductivo de mi vida, que a continuación voy a narrar, he de notar que soy un conjunto de partículas de bullicio alérgico a la falta de ruido.
Me he despertado a mediodía, extiendo mi mano a la mesa de noche, cojo el reloj y constato la hora, me enorgullezco de haber pasado la mañana en la cama, prendo el celular, veo si hay llamadas y mensajes, agarro el control remoto, le doy ON: buscamos los deportes, las noticias o lo que halla. Me quedo prendido en el imaginario televisivo por un par horas, me levanto, voy a la cocina, prendo la radio y como algo, chismeo por la ventana, sin novedades.
Otra vez frente al televisor, algo de futbol nunca cae mal, aprovecho de llamar a mi enamorada, mala idea, sobre todo cuando le pregunto ¿Qué has dicho amor? Y su molestia por escucharla tanto.  Entre la somnolencia y la tv se me pasan las horas, llamo al delivery por una pizza y mientras llega le doy un zapping a los canales, si tengo suerte, me veo en el dilema de querer ver tres cosas a la vez y al final me quedo sin ninguna.
Me paro y voy al escritorio, al menos una buena costumbre, no llevar la laptop a la cama; me paso algunas horas en el mundo del internet, bastante de facebook, el chats, las fotos, las actualizaciones de estado y las mil un fotos de Pizarro, el penal y el cariño del pueblo.
Del aburrimiento y de la nada de ganas de leer un libro, me animó a poner un DVD, alguna película interesante que para mi estado de ánimo no es recomendable, mejor las noticias, sí las de futbol en América porque ya no hay más.
He descrito mi ser en estado de pereza, por el simple hecho de hacer notar que he pasado un día en soledad, sin familia, ni amigos, ni paseos; y aquí quiero resaltar que la soledad no es sinónimo de silencio, se puede estar totalmente solo y a la vez totalmente fuera de ti.
Nuestra vida se ha vuelto ruidosa, que lo tecnológico nos ha simplificado la vida pero a la vez ha contribuido a alejarnos de la “reflexión intrínseca” la cual es la medida de la maduración del ser; la globalización nos ha quitado el tiempo de tranquilidad y pausa antes vivida, porque el caballero no le abría la puerta del coche a la dama por pura galantería poética sino para matar el tiempo, entenderán porque ya no lo hacemos.
El mundo avanza al galope del chirrido y yo me detuve algunos días en silencio, en una casa de retiro, con el sonido pacifico del río; sin reloj ni celulares ni televisión ni música ni contactos ni siquiera compañeros a los cuales poder hablar o contar paparruchadas, en soledad muda intrínsecamente mía con algunos textos de meditación y mucho papel por escribir.


20 may 2012

No me sueltes



He vuelto a tus manos
A intentar de nuevo
Sacarte una caricia
Que me obligue
A no soltarte nunca


...


2 may 2012

Qué triste se vislumbra la noche


“Qué triste se vislumbra la noche” es cierto, es lo único que pude escribir ayer, el día de tu partida y tal vez la definitiva.

Sabía que se me venía una de esas noches de melancolía, de no poder dormir, de recordar, de llorar y nunca falta el ¡por qué! Que hasta ahora me lo repito.

Las pocas horas que pude dormir se convirtieron en un silicio, y por más que no tenga dominio de mis sueños, mi alma abatida los perturbo, y hasta en ellos, me haces falta.

Me es inevitable estar triste y supongo que serán algunos días más, hasta que vuelva la normalidad en mí ¿Cuándo llegará? No lo sé. No pretendo aparentar el sentir de mi ser y si tengo que continuar con la tristeza, voy a caminar con ella, lo sé y lo sabes también, no es definitiva.

Tampoco quiero llamar tiempos mejores a los que vendrán después de la ruptura, la tristeza no es un símbolo de prohibido, no lo veo así, la tristeza es una necesidad; tal cual viene a ti: doliente, hiriente, sufriente.

No descarto llorar al continuar con estas líneas, ya lo dije, me es inevitable; me duele, como no me va a doler, si me dejas minutos libres, de los que ya no necesitaba porque los había depositado en ti; me has roto las horas, y que conflicto me dejas, si el minutero no quiere avanzar porque espera tu turno, disculpa, todavía no se da cuenta de tu renuncia.

“Qué triste se vislumbra la noche” tan solo llegué a una frase, no podía más, yo que tanto podría decir, me rendí. La primera noche es una mezcla entre la tragedia griega y mi corazón partido.

No quiero dar pena ni recibir misericordia, ni me muero ni sospecho andar enfermo, ya lo dije, me es necesaria la tristeza. Y no solo son mis poros desfogándose, es el aprender a vivir.

Tan solo en unos minutos me tengo que acostumbrar a mi mundo sin lo bello, y ni Paolas ni Cecilias ni Jimenas tienen valor ni son medibles al faltar tú, porque tú eres lo más bello, la chica linda, mi chica.

Perdonen la tristeza si exageró y disculpen las ofensas por ser sincero.

Sin duda hoy me fue mejor, el segundo día, pero la noche ya me opaca, minuto a minuto, ni aunque lo intente podré continuar, como si fuera larga y silenciosa, tenebrosa y reflexiva, la noche me repite la misma llovizna de ayer.



8 abr 2012

Divino



Eres sangre en el madero

Eres piel de oxido y hierro

Eres látigo de hueso descalcificado

Eres eso que llamamos perfecto y eterno



Soy el pus de todas las pestes

Al venderte por materia inerte

Soy la espina que te penetra con delicia

Y ni siquiera me juzgas por mi malicia



Te recuerdo en un crucifijo

Como si eso representara tu heroísmo

Aun así me sigues llamando hijo



Ahora que has muerto te niego como Pedro

El gallo a cantado y el domingo aclarado

Me arrodillo porque Cristo ha resucitado



...

27 mar 2012

La paz de los vencidos


Te has detenido un momento a pensar a dónde te conduce la muerte, es innegable que el mundo seguirá girando, que la mayoría de nosotros ni sabremos que exististe, que los que te han querido, tal vez pocos, te han llorado, pero de acá un tiempo, estarán acostumbrados a tu ausencia y porque la memoria es duradera y el pasado imprescriptible, a duras penas se acordarán de ti.

¿Para que aposentarte en estas tierras? Si predicas la vanguardia atea que te remonta a un instante finito, que no te lleva a más lugar que la mirada de tus ojos en el ancho mar; si te conformas con la pared que no va más allá de los metros que te distancian de ella. ¿Para qué seguir? Si has puesto el freno a la existencia desde un comienzo.

No sé qué razón te llevo a ir construyendo en estas tierras, si tu meta final era saberse muerto desde un inicio, ¿Cuál era tu motor? Si la brújula siempre se dirigía a terminar la oración con el punto final. Pero aún así fuiste lampeando entre surcos y labrando entre arbustos, siendo contribuidor del mundo.

He visto tu esfuerzo por la vida, has luchado por construir lo que tienes, y no es nada cuestionable que te lleves el titulo de gerente general de tu propia empresa; te vi desde el colegio, tenías esas ansias de acariciar la grandeza, tu constancia en los estudios te llevo a hacer la carrera de manera rápida y tu precisión a optar siempre por lo mejor.

Siempre te describiste como dominante y seguro de ti, pero fueron tus pasiones las que dieron inicio a tu agonía viviente, dejaste a tu familia por el amor juvenil de una chiquilla y no conforme con tu descendencia, la aumentaste en ramas diferentes ¿A qué te llevo? A venirme un día llorando: aún amabas a tu ex mujer, añorabas escuchar la voz de tu madre (que se murió en la rectitud callada del desacuerdo), tus hijos te amaban en lejanía y entre las distintas ramas se odiaban, la chiquilla es aficionada al instructor de gimnasio y tú ya no sabes que hacer para no sentirte solo.

Cuantas veces me viniste diciendo que tu creer se reflejaba a ti, “no hay más” me lo repites hasta hoy, con ese gesto de soberbia que nunca te vi torcer; y a mí me confundes porque no entiendo tu proceder, no proceso que vengas a mí, a quejarte del mundo, a maldecir tu desdicha, a desahuciar tus penas, si sabes que no hay nada después de ti.

¿Ya no es hora de poner tu punto final? A tu sangre le dejas mucha materia por explotar, por ese lado, no hay de qué preocuparse; es mejor buscar la tranquilidad en el ancho mar que termina con tu mirada, respirar la detención de la nada, ya no sentir esos golpes de miseria que tu corazón se da, ese arrepentimiento constante de vacio inocuo que duele, esa tristeza que embarga tu ser con intereses.

¿Cómo puedes seguir soportando este suplicio? ¿Qué te detiene? Es como si tuvieras aún la esperanza de revertir la situación o es que tu inocencia te dice que ya va a pasar, pero tampoco es que te dejes engañar; ¿o es lo que creo que es? que le tienes miedo a la muerte, porque por más que te asegures a ti mismo que no hay nada, experimentas esa sensación de inseguridad como el niño que duda de su sombra en la oscuridad.

Si no creyera en una vida después de la mía, consideraría el suicidio no como una salida sino como un descanso indefinido de paz, la única opción para evitar la tristeza que agobia a ratos mi alma, que mejor ya no sentir nada, si la palabra se termina conmigo; pero ni mi mayor necedad boba me permite pensar que yo termino acá, me es inevitable saber que mi alma seguirá andando, es por ello que cada mañana al despertar, sueño en ser cada vez mejor y por eso sigo aquí, tratando de llegar al amor que me conduzca a la eterna felicidad de mi alma.



(1) Título sacado de la novela del escritor Jorge Eduardo Benavides.




9 mar 2012

El enamoramiento del beso



Al compás de los besos, de esos tiernos que se dan en el cachete, de piquito a piquito tu piel se va llenando de un escozor amoroso; los labios de ella que van rozando la barbilla que los días te dejan, de los más simples y sencillos que hay en órbita, nada de lenguazos ni babas ni pasión desenfrenada; sus besos se inyectan en tus pómulos, besitos diría yo, de reducido tiempo, chiquitos, de corta prolongación, que llenan el espacio, el vació, tu corazón. Es más, bastaría tan solo la fricción, la mueca, el gesto, cuando va a depositar sus labios en tu piel, el antes del beso, para dejarte satisfecho.

Y así me gustan, los que me das a ratos, a momentos, a destiempo; en las tardes, las noches, madrugadas, a la hora pactada o a cualquier hora, me da lo mismo, si en la sala, si en mi cuarto, en la calle o en tu puerta, porque me basta eso, tus besos minúsculos en mi mejilla, para sentir amor, cariño, lealtad, paz y sinceridad.


12 feb 2012

Callando el amor


Que puedo decir si has callado

Si me sonó a reconciliación

Las tres horas en el auricular

Ahora pienso que fue el aferrarse


No quiero perderte nunca

Pero no das rastro de lo acordado

Ya no voy a lastimarte

Como si el cambiar fuera tan drástico


Al parecer te has retractado

Y has vuelto a tu decisión inicial

Es mejor así

No hay que volverse rutinarios


No hay terceros de por medios

Ni el querer está enfermo

Bueno fuera que los celos

Acusen a las que no usan falda


Pero no hay nada

Ni la madre, ni el hermano

Ni los besos ni la cama

Son ajustes de palabras

Las que digitan en morse


Y yo con primaria

A las justas repito

A, C, E, F, J, M

Las que más me gustan


Me enseñaron a lo bruto

Pero tú me complicaste

Con ese silencio repetitivo

Que busca que lo intuya


Pero llegó el día

Que explotó la digitación

Gritos y más gritos

Dictador, patán, machista

Un completo idiota


...

5 ene 2012

A caballo humano


Para Haydelena, por ser el motivo de mi trajinar.

Conduzco a tus brazos

Cansados, postergados

Conduzco en posición de aburrimiento

El que me tiene aquí horas

Esperando llegar


Siento que no avanzo

Mientras el granizo cae en mi cabeza

Y el aire polvoriento

No ayuda a mejorar


La incomodidad de avanzar

Entre pueblos y lagunas que no puedo ver

Hacen del tedio mi pensamiento

Que no provoca ir más allá


Avanzo con las riendas atadas a mi hocico

Las que me detienen sin pedir permiso

Yo ya quiero llegar

Pero tiran, tiran

Es hora de descansar


¿Cuánto vamos ya?

Que se me hacen eternas

Las pisadas de acero

Que relinchan al cabalgar


Mi muslo es la comodidad

Del de arriba

Que con poncho y sombrero

Se cree más todavía


No siento la carga

Es la costumbre de mis ancestros

Que me heredaron

La forma como tengo que vivir


Nadie me ha pedido por favor

A lo mucho me han dicho:

Fuerte, de lindo pelaje

Y ya se subieron

Con la montura otra vez


Al fin la cuesta

De ahí viene el valle

Y a subir de nuevo

Quién dijo que ya se terminó


Nada me obliga a seguir

Más látigos no son novedad

De mi lomo adormecido

Sólo levantan pellejo y suciedad


Tampoco es por la comida

Que más quisiera yo morir

Pero en el charco de lodo

No encuentro más que piojos


Ya de bajada

Chocan crujir mis huesos

Se hace tarde

Y por fin me veo llegar


Se desmontan

Me jalan al establo

Y me conduzco a ti

A tus brazos que no me pueden abrazar


Pero siempre sueño

Que tus patas me abrazan

Me dan calor

Por qué rendirme

Si galopo por tu amor


...
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