21 mar 2010

Cincuenta años veloces


Hoy he vuelto a leer tu nombre, y hago un paréntesis en este viaje que no me da tiempo para escribir nada, perdón por ello; y me doy un tiempito para navegar en internet y me encuentro, sin querer, un articulo que lleva tu nombre “Ayrton Senna” y al instante los ojos se me llenan de agua al recordarte y al recordar esa niñez en la que era un prominente fanático de las carreras de autos, ciertamente lo era, lastimosamente tiempo pasado. Hoy no queda más que ese recuerdo efímero por el inmenso gusto que le tenía a la Formula 1, que siento (como muchos otros) que con Schumacher perdió la verdadera esencia, y nunca más volví a sentir esa emoción de esperar cada dos domingos prender la televisión, poner Panamericana, escuchar los comentarios de Kike Pérez y ver esas carreras de autos tan grandiosas, que siento que no han vuelto.

Hoy leo este artículo que te han hecho y me hago la misma pregunta que se la hacen en el artículo ¿Qué hubiera sido de la F1 si no hubieras muerto? Y aunque muchos compartan el mismo pensamiento y suelten esas palabra de que “hubieras” sido el mejor, para mi eres el mejor piloto de F1 y estoy completamente seguro que estos ojos mojados no verán jamás otro igual como tú.

Sólo tu tuviste esa magia de que yo dejara mis soldaditos de plástico (no de plomo) por coches de juguete, sólo tu tuviste esa magia para que yo creara circuitos parecidos a los que competías para que mi coche más bonito ganara, o sea el tuyo.

Odio el circuito de Ímola, odio esa curva, odio ese momento, porque estos ojos te vieron chocarte y minutos después supieron que ya no estarías más; que regresaría, otra vez, a soldaditos de plástico creando guerras y héroes, que dejaría de jugar Top Gear porque lo encontraba patético, que verdaderamente nunca tuve afición por los coches, ni los de juguete ni por los que colaboran con la destrucción del ecosistema, y hoy me hago una pregunta ¿en verdad me gusto la F1 o eras tú el que le dabas esa magia a mi gusto?



Artículo

Ayrton Senna cumpliría hoy 50 años: ¿Cómo sería la F1 si no hubiera muerto?

El tres veces campeón del mundo con McLaren falleció hace 16 años en la curva Tamburello del circuito de Ímola, pero su legado sigue vivo

Por Jerónimo Pimentel

Si Ayrton Senna no hubiera fallecido en la curva Tamburello de Ímola en 1994, hoy habría cumplido 50 años y la F1 sería un deporte distinto. Probablemente hubiera arraigado en Brasil y Sudamérica no desde la nostalgia de la figura perdida, sino desde la realidad del monarca reinante, por lo que nos evitaría el penoso espectáculo de su sobrino, Bruno Senna, uno de los tres pilotos activos de nuestro continente. Cuando hablamos del legado del tricampeón brasileño no nos referimos a él.

Han pasado 16 años de su muerte y sus récords ya no sorprenden por la cantidad, desde que Schumacher, a punta de músculo y argucias, barrió numéricamente hasta a Fangio. Ahora hay que alabar a Senna desde la calidad, pues pasará mucho tiempo para que alguien pueda acercarse a su récord de “pole positions” (40.1% de todas las carreras que disputó), o que logre una pericia en la conducción bajo lluvia tan distintiva, creando sobre sí ese halo mítico que aún hoy lo acompaña.

De alguna forma, no hay nada más sobrenatural que esa imagen: cae el agua y el héroe renace. Pero es una estampa folclórica, de indios maravillados con el hielo. Con Senna provoca caer en el estereotipo tropical porque la identidad se forma por oposición, y Senna tuvo en Alain Prost a su némesis perfecto: el rigor francés ante el talento americano; el riesgo calculado contra el riesgo desmedido; la conducción racional versus el plan sujeto a intuición. Es un juego de dicotomías muy cómodo, pero también muy falso. No es posible conducir un bólido a ese nivel sin tener las virtudes que le asumimos al piloto galo. Senna era un conductor total.

Por eso, desde otro punto de vista, Ayrton es el antídoto perfecto contra esa visión colonial de muchos europeos. Desde Brasil, un país que gana más dinero fabricando aviones que vendiendo plátanos, es posible que surja un conductor de mentalidad alemana. Porque el suyo, rico heredero de fincas paulistas, hijo de un próspero empresario metalúrgico, no puede ser el triunfo del talento espontáneo, o la venganza de la América pobre sobre la Europa rica. Senna no es Maradona. Lo suyo fue la obsesión con el triunfo, un camino muy propio del sueño en marcha del Brasil mundial, y que en la F1 tiene dos ilustres precursores: Fittipaldi y Piquet.

Una anécdota revela esa determinación. En su primera carrera de kart con lluvia tuvo un manejo desastroso. Su habilidad sobre la pista mojada no era connatural. A partir de ese momento, cada vez que llovía, Senna corría al circuito de Interlagos a practicar. Esta obsesión, ajena al determinismo genético, es la verdadera lección de Senna al mundo. Qué otras hubiera dado de no fallecer.




5 mar 2010

Sin Atocha

(primera parte)




Chile nos ha dejado muertos, atrás ya van quedando los de Haití, y este continuo temblar del mundo nos anda llenando de humanismos solidarios; nos andan tirando de las nubes para recién darnos cuenta, en desgracias como estas, que nuestros planes del mañana se pueden derrumbar en cuestión de minutos.


Y ciertamente nuestro plan era empezar nuestro viaje en Chile, rumbo a Chile, ya teníamos los pasajes que nos llevarían a la ciudad fronteriza de Tacna, y de ahí, enrumbar por las carreteras a los poblados y ciudades del país mapocho, pero la tierra rugió y nuestro plan se espanto.


Por estas razones inhumanas hemos tenido que variar nuestro itinerario de viaje, este viaje que hago en compañía de dos buenos amigos, “el viaje por las Américas”, este viaje que recién les hago mención.
http://bonifacios.blogspot.com/