3 jun 2011

K.O.


He visto necesidad de dar un comentario personal de la segunda vuelta.

Más de 8 millones de peruanos ganaron en primera vuelta, eligieron por el candidato de su preferencia, aunque para algunos pueda ser incomprensible, ellos votaron por su mejor opción.

Un poco más de 6 millones y medio de peruanos votaron por los otros 9 candidatos presidenciales, objetivamente podríamos decir, que las segunda vuelta es incuestionable por la voluntad general de los peruanos, que hicieron de su voto, un voto válido, sin embargo, por la difusión mediática que se ha venido dando en estas semanas, podríamos afirmar que la mayoría de los peruanos está disconforme con los resultados, llamándola de cáncer o sida. Lo cual me hace concluir que el poder del país, no solo económicamente hablando, se encuentra dentro de los lejanos 7 millones, lo cual vendría hacer la minoría y como dicen, el poder esta solo con unos cuantos.

Hay un poco más de 2 millones de peruanos que no encontraron a alguna persona que los represente o simplemente salga quien salga, ellos siguen con su vida, y si no existiría una multa ni siquiera se acercarían a las urnas, por lo mismo que en esta segunda vuelta se mantendrán firmes en no seguir participando.

Los no ganadores de esta elección andamos en una disyuntiva, ¿Keiko Fujimori o Ollanta Humala?, algunos votarán por el mal menor y otros por el voto anti-candidato, ¿por quién voy a votar?

Podría abstenerme a dar alguna opinión, en la cual estoy seguro, nunca será aceptada por todos, simplemente optar por uno o por otro sin mayor análisis respectivo, sin complicarme la vida, sin necesidad de debatir mis ideas. Mi ser político me llama a lo contrario, y me dice que no utilice el “voto secreto” como opción, por lo cual, acá va mi postura.

Analizar a los candidatos no solo es leer su biografía o sus propuestas, también es fijarse en su capacidad y en sus meritos.

Hablar de Keiko Fujimori es hablar del pasado, estrictamente Alberto, es hija de un dictador y hablar de dictadura es hablar de un maligno gobierno.

Alberto fue un dictador que destruyo nuestra frágil democracia, violo los derechos humanos y generó una de las corrupciones más indecentes de nuestra historia; autogolpe del 92, crímenes contra lesa humanidad, esterilización forzada, poder judicial sin independencia, 600 millones de dólares, Montesinos, hiperinflación y terrorismo, son algunas palabras que se me vienen a la mente cuando pronuncian Alberto, lo curioso es que él anda en la cárcel y no participa en ninguna elección.

Para mí todo lo anterior no es ningún precedente de lo que puede significar Keiko en un eventual gobierno, me parece una calaña política propia de una sucia campaña electoral, que quiere generar temor y resentimiento, sacar puntos a favor jugando en contra del adversario, convirtiendo a Keiko y Alberto en “Fujimori”.

¿Keiko avalo el gobierno de su padre?

Juan Pérez, es un abogado y empresario, que ha trabajado desde muy joven, es admirado por sus hijos, tiene una esposa maravillosa y siempre se ha prestado colaborador con la vecindad, en definitiva es un vecino ejemplar. El día lunes a la hora del desayuno, tocan a la puerta, Juan atiende y ve que son dos policías con una orden de captura con su nombre, los hijos y la esposa de Juan corren a abrazarlo y gritan “es inocente” “no se lo lleven” “él no ha hecho nada”. Juan está siendo acusado por violación a menores de edad, también esta siendo investigado por evasión de impuestos, corrupción a jueces, cabecilla de una red de trata de blancas y con negocios relacionados al narcotráfico; meses después es condenado por todos estos delitos. ¿Su familia fue cómplice?

La maldad siempre se oculta, más aún si tienes poder para hacerlo, ser primera dama no significa que tengas conocimiento de todo y ser un padre que quiere a sus hijas no significa que les cuentes todos tus pecados. Por esta misma razón creo que Keiko poco o nada pudo hacer en contra de los fatales errores de su padre, sí en caso hubiera sabido de ellos. Hasta podría decirse que se manifestó en contra de Montesinos.

¿Por qué no votaría por Keiko?

Ciertamente tiene una formación académica envidiable, buen colegio, buena universidad (concuerdo con la teoría que sus estudios fueron pagados con el dinero de los contribuyentes); su plan de gobierno aportaría al desarrollo del país en caso se llegue a cumplir, continuidad en la política economía, seguridad que la Constitución no tendrá ningún cambio, sin embargo, Keiko ha manifestado públicamente que el gobierno de su padre fue el mejor de la historia peruana, que las esterilizaciones no fueron una política de Estado sino una práctica particular de malos profesionales y que su padre sería un asesor de lujo en caso de un eventual gobierno fujimorista, quiero creer que el amor sanguíneo (que nunca se pierde) la ha conducido a concluir tales aberraciones.

Hay que reconocerle que ha pedido perdón públicamente por los errores del padre, pero no sé cuanto sirva esto a los familiares de las víctimas de La Cantuta y Barrios Altos que tienen todo el derecho de sentir odio por el clan Fujimori, aunque hijos paguen por padres.

Lo que no ha sabido hacer es desligarse totalmente del entorno de su padre, no ha creado un nuevo partido político (una nueva identidad), en sus discursos ha hablado de la década de los 90 para fortalecer sus votos como si ella hubiera sido parte de y no ha mostrado esa capacidad de liderazgo que nos gustaría, la cual nos genera duda, ya que podría ser manipulada en un eventual gobierno suyo por las heces corruptas que todavía flotan por su entorno.

Hablar de meritos en caso de Keiko es hablar de “Nada”, Keiko como persona, no ha contribuido ni para bien ni para mal al desarrollo o al atraso de mi país, por esta misma razón solo la atacan por los actos del padre y es gracias al recuerdo que tienen del padre que ella haya conseguido estar en segunda vuelta, quitarle a Keiko el apellido Fujimori, es también dejarla sin carrera política.


Hablar de Ollanta Humala es hablar de retroceso, es relacionarlo con Chávez, militar y propenso a una dictadura, es decir, quedarnos sin democracia.

El crecimiento económico de los últimos años no es una paridad entre nosotros, ese 5% sostenido se interrumpe en los lugares marginados por el Estado, Ollanta ha sido la respuesta de los marginados.

Él ha sabido llegar a esos corazones olvidados, que en años no han sabido de presidentes, ha recorrido los lugares recónditos del país, ese 30% de pobres se ha identificado con la O, por la necesidad de una trasformación en sus vidas, no la misma monotonía de miseria y falta de oportunidades.

Sin embargo, su método empleado para conseguir ese respaldo popular, es un discurso revanchista, con ideas de fulgor nacionalista, que en vez de incrementar un amor a la patria, genera un odio de clases, en la que el enemigo más próximo son nuestros propios gobernantes.

Escucharlo hablar en su último mitin en Arequipa me dejo un sabor a contradicción, él busca la unidad de los peruanos, la peruanidad que nos lleve por fin a la igualdad fraternal de todos, no obstante; sus palabras no curan la herida, resquebraja los pocos lazos de unidad y vuelve a brotar la sangre putrefacta; los peruanos no solo son los indios marginados de la sierra y pobreza, los peruanos somos todos los que respiramos la mezcla de razas, costumbres y tradiciones que nos hace sentir ser orgullos de nuestra variedad multicultural que no es motivo de separación.

¿Un Chávez en el Perú?

Las dictaduras se caracterizan más por tener un corte militar, que una parada de atención desparramada de cualquier civil. Ollanta tiene el perfil militar, la fuerza de no rendirse y de no temer a sus enemigos, Ollanta es militar y el retiro no es causa de la pérdida de su esencia.

Decir que Ollanta tiene vínculos dictatoriales es referirse a Chávez y no es hablar de amistad sino de ideales, el pensamiento nacionalista defensor del imperio capitalista; es mencionar un financiamiento económico, el apadrinar para tener un ahijado más en la región, hecho vox populi por los medios temerosos de una opresión a las libertades de información, que podría ser una farsa periodística más que una verdad hipotéticamente probada.

Yo no lo llamaría dictador mientras no ostente el poder absoluto (la banda presidencial), mas si puedo afirmar que tiene sangre de golpista, revolucionario y opositor. Los dos golpes de Estado generados por él directa e indirectamente son una prueba que puede atentar contra nuestra frágil democracia. Sumado a que matar para él no es un acto de temor a la ley sino una defensa a la patria, podríamos gesticular un grito de pavor ¡Madre mía!

Podríamos considerar que hay razones para no querer un Chávez más, que hay indicios que nos llevan a concluir otra hipotética verdad; también existe la mera posibilidad de equivocación, son temores y miedos fundados en la ficción novelesca de Vargas Llosa (La Fiesta del Chivo, Conversación en la Catedral) y no en una prueba contundente de que Ollanta nos conduzca a las atrocidades de barbarie que conlleva una dictadura.

¿Por qué no votaría por Ollanta?

Ollanta ha conseguido por merito propio tener por dos elecciones consecutivas la mayoría de votos en primera vuelta, su posición nacionalista le ha rendido frutos en la población falta de verdadero patriotismo; mal que bien, todos sus actos pueden ser adjuntados a él y no a terceras personas, los errores son humanos y hablar de perfección en política es hablar de utopía en el cielo, por ello hablar de sus cambios camaleónicos, su mutación de concertación y su reiterada promesa de no excederse el límite de lo permitido me parecen validas y ciertamente cuestionables.

Rafael Rey no puede creer en el cambio de Humala, en dos meses no puede existir un cambio generacional de principios tan abrupto, pero sí puede creer en la conversión de un ateo al catolicismo en un día, la fe no es política ni la religión es Estado aunque la historia quiera desmentirme.

Haciendo un esfuerzo de pensamiento le creo a Ollanta cuando habla de no reelección, pienso que no atentará contra este principio democrático (con temor a equivocarme), pero no votaría por él por su famosa “gran transformación” en la cual no se ha repasado nuestra verdadera historia sino que quiere ser plagio de la misma, en la cual los únicos perjudicados somos nosotros.

Hablar de una economía estatal de mercado es hablar de un cambio de constitución, es afirmar su discurso populista que escuche de propia voz, en la cual el Estado no es ayuda de los necesitados sino raíz de conformismo para volvernos discapacitados, es generar en nosotros un cordón umbilical que nos dé de comer para no morir. Doy fe del letargo del gobierno en las zonas marginales, pero la erradicación de la pobreza, que busca generar recursos para el desarrollo de nuestros hermanos, no se da en una transformación de la noche a la mañana sino en un proceso constructivo a la civilización que nos dignifique por lo que somos, seres humanos.

La historia nos ha enseñado que no somos buenos administradores, despilfarrando y generando perdidas en vez de ganancias, compararse con otros países es perder nuestra identidad, pero la izquierda nacionalista todavía no lo quiere aceptar. Ese accionar Velasquista nos condujo a 30 años de retrocesos de vacios irreparables, es lo mismo que veo en Ollanta, un populista que tiene poco de estadista.

Cumplirá con sus promesas sociales, aprovechando los ahorros de la caja, disminuirá los precios de los servicios básicos, construirá obras de gran valor y gran necesidad, nos hará una vida más accesible y cómoda, lo cual lo llevará a ser querido por muchos sin medir las consecuencias posteriores. Al terminar su gobierno veo en su esposa la primera en sucederla, llámese autoritarismo socapado, la cual seguirá con la misma política que nos cobrará factura y nos generará crisis.



¿Por quién voy a votar?

No soy un analista político y optar por más puntos solo hará más larga y tediosa esta opinión, que su finalidad es ser leída y no esquivada por la mirada indiferente de tiempo e interés.

He optado votar por alguien muy a mi pesar, podría quedarme con una frase de Fernando de Szyszlo “Lo siento, no puedo votar por ninguno de los dos” muy válida en estas circunstancias y así encuentre una necesidad ex-culpante de no ser incriminado después.

Pero arriesgarme por el Perú me conlleva a optar por alguien, haciendo memoria de los próceres y demócratas formadores de este país, ese alguien se llama Keiko Fujimori.







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