25 nov 2014

Lo noto


Hoy te he vuelto a ver, de casualidad, me he despedido de las chicas, volteo y ahí estás tú, vuelvo a voltear hacia el otro lado haciéndome el que no te ve, pero me dura poco y vuelvo a verte, me acerco y te hablo, tienes hambre, lo sé, has pedido un sándwich, me lo dices, te has sonado los mocos, se nota.

Te veo detenidamente, tienes un granito en la frente, no te lo voy a decir nunca pero lo veo, me hablas de lo incansable que será esta semana, ya falta poco, nos falta poco; que te falta hacer un trabajo que ni siquiera lo has empezado y no planeas hacerlo hasta el último día de la entrega, el jueves; te llaman por tu nombre, ya está tu sándwich, ahora si te tienes que ir que tus clases ya empezaron, te despides, te veo salir de la cafetería, veo alejarte por el pasadizo y mis ojos van haciéndote chau.

No sé que tienes, que hay días que te me impregnas en la mirada y pienso en ti y repetidamente en ti, sin embargo han pasado horas desde que te vi y recién ahora que me siento a teclear vuelvo a ti, sin querer. Hay días que no son así, que te vas o me voy y te me quedas eternamente en la mirada como un sortilegio de un truco que no quiero averiguar, pero hoy fue distinto, te fuiste y te fuiste, tal vez porque tenía la cabeza en otro lado.

Tienes una forma rara de causarme estragos, una conjunción de palabras que se van uniendo sin formar nada y al leerlas me quedo en tu mirada, tienes el verbo to be que lo haces conjugar perfectamente: yo estar, tú estar, nosotros estamos.

No quiero profundizar en el elemento que contienes que me causa reactivo, no hace falta descubrirlo, al menos por ahora no, no sé si sea el cobalto tan escaso en estas tierras, el que sintoniza aleatoriamente con las turbinas de mi risa y mis ganas, pero haces que funcionen.



22 jul 2014

El rol de María


María es madre soltera, todas las mañanas se levanta a las cinco a preparar el desayuno, hacer la lonchera y dejar listo el almuerzo, después de ello, se va a trabajar. María trabaja en un restaurante de cajera pero también tiene que ayudar en la limpieza del local, hacer las compras de los insumos faltantes, llevar la cuenta de los productos, pagar por ellos y que al final del día su caja le cuadre, o sino su jefe le hará un descuento especial a fin de mes. María gana el sueldo mínimo, no está en planillas porque prefiere el sueldo integro y el bondadoso de su jefe le permite esa licencia.
María siempre se queda más de sus ocho horas, recibe unos soles más por eso, en vez de salir a las cinco a veces termina saliendo a las nueve, saliendo del trabajo se apresura en ir al puente a tomar la combi, tarda más de cuarenta y cinco minutos en llegar a su terrenito del Cono Norte, del cual mensualmente tiene que abonar la cuota de cincuenta soles a la dirigencia para los tramites eternos de la titulación, sin olvidarnos , que cada cierto tiempo hay una cuota extraordinaria.
María está feliz porque en unos meses tendrá agua y desagüe en su asociación o al menos eso es lo que refleja las excavaciones que andan haciendo en su calle, ya no tendrá que comprarle al camión cisterna, mejor dicho ya no tendrá que caminar las tres cuadras de terral para traer en baldes el agua del camión para poder cocinar, asearse y limpiar, también a los suyos.
María no podría sola con toda esta labor familiar, María tiene dos niñas de tres y cinco años, producto de su relación amorosa con su pareja que prometió apoyarla con su primogénito, cuando se dio cuenta que ella si quería tenerlo sí o sí; pero por esos azares del destino su pareja desapareció ni bien cuando María tenía tres meses de embarazo. ¡Y claro que regresó! Para tener un segundo hijo con ella y sí, María le creyó y perdonó.
Pero no es su pareja la que apoya ahora a María, por supuesto que no, porque su pareja la volvió a abandonar ni bien nacida su segunda hija. María no podría con toda esta carga familiar si no fuera por su hermana mayor, Juana.
Juana la ayuda con las niñas, a la mayor, la deja y la recoge de la escuelita más cercana y a la menor la deja en la cuna, donde el Estado trata de velar de ella con sus políticas sociales, contribuyendo con su alimentación y desarrollo. Después se la pasa con ellas en la casa de su hermana, esperando a que María llegue del trabajo, por suerte vive en la asociación más próxima, pero a veces las tiene que dejar encerradas porque tiene que hacer sus cosas.
María trata de cumplir con todo todos los roles en la casa: lavar la ropa, barrer, limpiar, cocinar, etc.; pero también María tiene que cumplir con el rol de Madre: cuidar, educar y enseñar a sus hijas a ser buenas niñas. También tiene que romperse el lomo trabajando por ellas para poder subsistir.
Al final de cuentas María y sus niñas están solas, no hay quien las defienda, no hay quien traiga el pan a la casa, no hay quien ponga la voz de mando, no hay quien corrija con dureza si alguien se porto mal, no hay quien de esa ternura masculina en el hogar, pero esta María, que a pesar de todo, trata de cumplir también con el rol de Padre por amor a sus niñas por más que a veces sienta desfallecer sigue adelante con lo que tiene, porque sí, ella es padre y madre de sus hijas.


29 jun 2014

Días tristes


Hay días tristes, como el de hoy, que abro la puerta y desciendo las gradas, y en cada escalón que voy dejando viene otro más penoso pero pronto los voy dejando a todos y voy caminando en dirección al carro, saco la llave, presiono el contacto y no sé que me da que lo vuelvo a presionar para cerrarlo, hay días raros, que decides irte caminando.
Ya es invierno, no siento que el frío me arrope del todo, no traigo la cabeza en los sentidos, será por eso que no me sujeta del todo, pienso en otra cosa, tal vez en una persona, tal vez sea mujer. Observo que alguien me sobrepasa y en cuestión de segundos ya me va sacando unos metros considerables, parece de 40, vestido de terno, melena negra y espalda ancha, unas orejas sobresalientes , como de tacita de té. Alguien viene de frente con paso pausado, es mujer, señora de baja estatura, con el cabello corto, muy pegado a la nuca, con ese rostro de vertientes bien vividas, mirada baja que la levanta para verme y la quita sin que no hubiera visto nada, un transeúnte más.
Llego a la esquina, me detengo a ver los coches, no hay nada, voy cruzando y alguien parece rozarme, un muchacho apresurado que ni voltea y sigue su paso, yo voy tranquilo, sin tener hora de llegada pero debería apurarme un poquito más, en verdad ya se va haciendo tarde.
El mundo gira y todo con ello, este espacio que ocupo, esta calzada que piso, no le hago ninguna falta, si no vuelvo mañana por acá le dará igual, es como la muerte, que no detiene el mundo, por más que todos nos vayamos con ella, seguirá su marcha. La abuela se fue hace años, nos dejo un gran vacío y los buenos momentos, pero no es más que un recuerdo para los deudos, tal vez constante para los más cercanos casi imperceptible para los que alguna vez la conocieron, buena tipa la vieja.
Voy ingresando a la Av. Ejercito, ese lupanar concentrado de tortugas metálicas, que te inquieta con las bocinas de los más desesperados, con el humo descarado de los más desfogados, con el egoísmo truncado de los peruanos, voy primero, siempre primero. Me acerco a la carretilla de la esquina por un par de cigarros, joven ya no están 50, 80 céntimos valen, lo pago dubitativamente.
Se van cerrando las ultimas persianas en el ambiente, bienvenida la noche, voy pasando la Clínica Arequipa en dirección al puente Grau, me cruzo con Erika, amiga de la universidad, y un gesto de poner cara contenta y unas palabras amables que me salen al saludarla, todo bien, todo bien, sí, que bueno, porque no se puede decir que uno andan mal, tonta política de humanos.
Hay personas que vas dejando atrás, como Erika, que ya pasó y quien sabe cuando la vuelva a ver, pero hay otras personas que has dejado atrás: los amigos que viajaron y siguen viajando, las amigas que no son más tus amigas, las ex novias que ya no son más, las personas que un día murieron sin darse cuenta. El aire frívolo del puente me abraza y me viene las gotas del recuerdo, de todo un poco, como sirvieran de algo.
Voy dejando el puente, se acumulan un montón de personas para cruzar, ¡hay que meterse! Porque no hay carro que nos dé pase. Y te voy viendo, en dirección contraria, con el otro cumulo de gente al cruzar, me regalas una sonrisa, no sé si quedarme a media pista o seguir, no sé si volverme contigo ¿dime qué hago?
Me jalas de la chompa, ven que te pisan tonto, milagro que estas sin el carro, es bueno que camines; “llegando a casa justo pensaba llamarte” no sé si lo dices por cortesía o porque de verdad lo ibas hacer, siempre me entran las dudas contigo, me alegro, claro que me pone contento pero me hago el desinteresado. Hay días tristes, como el de hoy, que son tan de tristeza subjetiva, de esa que no perdura en el alma, que no daña el verdadero sentir del ser, hay días tristes, como el de hoy, que se me quitan con verte.




27 may 2014

Puente


Estoy parado en el puente
Esperándote venir
Como todos los días
A ver si pasas
Y me regalas una alegría
                           
Un frío hiriente penetra
Entre palmadas
Que resuenan en la oscuridad
Y el tibio transcurrir del agua
Cuando demoras al pasar

A lo lejos tu estructura
Te identifica sin más
En el farol de siempre
Y ya te pierdes de nuevo
En la oscuridad de la mar

Ya te ves cercana
Con la piel que flota
Entre la carne algodonada
Tu cuerpo ladronzuelo
Me mata

Tu frío caminar
Me lo haces saber
Con esa mueca
Que juegan tus labios
A perderse en los míos

Tu quijada roza
La mano alzada
De mi corazón
Que no dice nada
Si con tu piel me basta

“Hace un frío de mierda”
Me sueltas con tus labios
Vámonos cariño
Que mañana el puente
Seguirá igual de frío



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