24 jun 2016

No defraudemos al Perú


Publicado el 07/06/2016, conmemoración de la batalla de Arica, en la página transformandoelperu.org.pe


Keiko: “En elecciones de 2021 no habrá ningún candidato presidencial que se apellide Fujimori"

Kenji: "La decisión es mía: sólo en el supuesto negado que Keiko no gane la presidencia, yo postularé el 2021"

Y así el congresista más votado no fue a cumplir con su deber cívico, cuando quieres el poder, no hay hermanos, no hay familia, no hay mamá, no importa si las elecciones andan muy reñidas, casi apretadas, casi “fraudulentas”, casi cuestionables. Prima el egoísmo, si su hermana fracasa Kenji apuñeteará ser el abanderado para el 2021, tendría los motivos suficientes, “fracasaste dos veces hermanita”; tiene los mismos méritos para candidatear y ya no secundar, apellida Fujimori, maravilloso regalo político para escalar a ser el líder, esa herencia bendita de recibir la política sin mover las manos. Gracias Alberto.

El actuar de Kenji, por más “ocupado” que estuvo, solo demuestra las rencillas internas de un partido, el más poderoso, de estos tiempos en nuestro Virú. Lo callaron después de esas declaraciones, lo dejaron al margen y a nadie le gusta eso. 

Kenyi manifiesta ese egoísmo alturado por tentar el poder y que democráticamente demuestra. Pero de apoyo, confraternidad, unidad, no queda nada, ¡no hay hermana que valga! ¿Cómo puedes pretender ser candidato de un país? Sin ni siquiera mostrar compromiso por los tuyos.

Está claro que si eso pasa en el clan Fujimori, ¡imagínate! como estamos con las tensiones de estos resultados, hubiera sido preferible un triunfo distante, de cualquiera de las partes, a llegar a una situación tan estrecha que va a generar más de una reacción conflictiva, basta que alguien gane por solo un voto y tenemos humo blanco en la casa de Pizarro, ¿todos lo entenderemos así? El Perú se fragmenta y mucha hidalguía de aceptar los resultados no va existir. 

Hemos llegado a este desconcierto político, gracias a este egoísmo peruano de dilapidar los pocos partidos políticos que quedan, un ego inmenso de nuestra clase política, que ha degenerado en caudillismos que duran, sino es por herencias, por vidas efímeras. Casi 200 años y seguimos sin construir identidades e instituciones sólidas, pero hay verdades que se repiten, como lo dijo Bolognesi: “Dios va a decidir este drama en que los políticos que fugaron y los que asaltaron el poder tienen la misma responsabilidad. Unos y otros han dictado, con su incapaz conducta, la sentencia que nos aplicará el enemigo.” En la conducta y el actuar de nuestros políticos quedará la herencia con la que llegaremos al bicentenario, comprobando que no hay amor entre nosotros si aún tenemos enemigos entre los nuestros.

Pocos Bolognesis quedan en nuestras altas esferas, sin embargo, nosotros busquemos ser un héroe peruano, que la política no va a cambiar nada, si entre nosotros nos seguimos reclamando; demostremos unidad, consenso, patriotismo, que ya fue suficiente con masácranos por Keikos y Ppks. 

Busquemos ser correctos ciudadanos, que es una forma más efectiva de mejorar el país, porque si esperamos a que los políticos lo resuelvan, moriremos con la añoranza de que pudimos recuperar Arica, que Velazco “sí la hacía”.

“Esta será seguramente una de las últimas noticias que te llegarán de mí, porque cada día que pasa vemos que se acerca el peligro y que la amenaza de rendición o aniquilamiento por el enemigo superior a las fuerzas peruanas son latentes y determinantes. Los días y las horas pasan y las mismas como golpes de campana trágica que se esparcen sobre este peñasco de la ciudadela militar, engrandecida con un puñado de patriotas que tienen su plazo contado y su decisión de pelear sin desmayos en el combate, para no defraudar al Perú… Nunca reclames nada, para que no crean que mi deber tuvo precio. Bolognesi


19 abr 2016

Ícaro se llevó mis alas


Extraño hasta el pufi pufi
Que salía de tus labios
Con esas burbujitas
De ternura
Que se rompían
Antes de llegar
A mis pómulos

Extraño hasta tus amenazas
Que si te digo un piropo
Que si te robo un beso
Que si conjugo la frase
Más linda del mundo
Para soltártela
Cuando te alejas

“Que no las diga más”
Que siempre detuviste
Mi corazón
Con la soga en la arteria
Para no bombear
Mis ganas de amar

Hasta cuando decidiste volar
No despertaste mis alas
Egoísta de Ícaro
Me dejaste a lo Dédalo

Tal vez querías cuidarme
Que mi caída no sea dura

El miedo de traicionarme
Cuando mis alas
Se paren
Pudieron más

Tal vez una mano
No ibas a dar

Pero te olvidaste
Que siempre te quise libre
Nunca quise agarrarte
Si es que tú ibas en picada
No porque no te quiera
Al contrario, te quiero.

Si caías
Tú tenías que volver
Y atreverte otra vez
A saltar y aletear

Sin embargo tú
Me dejaste dormir
Decidiste
Que volar no era para mí

No me quisiste libre
Entiendo
Fue una forma de protegerme
Y ahora que duermo
Egoísta...

Te sueño.




29 mar 2016

Paulina y Edgar

Boquía-Salento

-              ¡Hijueputa! –  Le soltaba Paulina a Edgar, en esa pelea entrelazada por los cuerpos amantes.
-          Malparida – Le contestaba Edgar, en la sensibilidad de la noche los grillos retumbaban el valle.
-          Suéltame Edgar, me está doliendo – Y Edgar la sujetaba más fuerte, mientras un cuerpo estaba encima del otro.
-          Es en serio Edgar, ¡ya suéltame! – Él hacía su cuerpo a un lado para dejarla libre. Ella respiraba el momento para saltar encima suyo y llenarlo de improperios –  ¡Eres un tarao! – Arremetía Paulina.

La rutina de insultos y caricias grotescas ya llevaba varios minutos, haciendo tambalear la carpa en la cual había tres personas más, Raúl, a lado de la pareja, Nicolás, a lado de Raúl y yo (Mario), al final de la carpa.

Mientras Raúl tomaba el pisco peruano que le hacía entrar en calor, Nicolás trataba de hacer funcionar sus megas para comunicarse con su novia arequipeña a kilómetros de distancia y yo trataba de concentrarme en la lectura de mi Kindle –la última novela de Juan Gabriel Vásquez-  pero veía de reojo a Paulina y Edgar y no hacía más que sentir envidia por ellos, porque hasta cuando se peleaban se querían y el enojo de Edgar era una forma de decirle “te quiero.” Y yo tenía muchas ganas de querer así.

-          Ya estarse quietos malparidos – gritaba Raúl – me voy a poner en el medio de ustedes dos, así no se puede marica.

Yo dejaba de lado el juicio de Rafael Uribe Uribe que describía Vásquez en su novela, para verlos y echar una gran carcajada, esa pareja de atolondrados me divertía, hacía sentir vivo su amor, me gustaba sus formas, esas nada caballerosas que tenían de quererse.

Estábamos en Boquía, una zona de camping en el hermoso valle del eje cafetero, todo era tan tranquilo, me sentía feliz por acampar después de muchos años, renunciando a las comodidades de un colchón, una pared y un foco. Nada como estar incomunicados, sin wifi que me conecte a los míos, allá a kilómetros de distancia, salvo por una excepción, quería saber de Sol, quería comunicarme con ella un ratico, preguntarle cómo estaba.

Pero más que eso, me hubiera gustado que estuviera aquí, en este valle de ceja de selva, que nos recibió con un gran estruendo de aguacero apenas bajamos del bus y con el transcurrir de minutos se había despejado, pero ella no lo estaba y tampoco había medio por el cual yo podría comunicarme, quizás podría pedirle megas a Nicolás, pero sentí que nos haría bien estar incomunicados algunos días.

-          ¡Hijueputa!  ¡Mis orejas! –  gritaba Paulina –. No había forma de seguir con la lectura, ellos me cautivaban con sus modestas formas de jugar.
-          No me pongas las medias en la cara Pau – rechinaba Edgar.
-          Me acaloro, me acaloro – de pronto soltaba Raúl.
-          Mario mézclate más por favor – decía Nicolás.

Yo buscaba la sprite y el pisco para sacar una rondita más.

Mientras la temperatura del pisco hacía sus efectos en Raúl, la pareja se iba calmando después de la furibunda pelea romántica, a Nicolás se le iban las megas con un último mensaje. Todo ya parecía dormir en la carpa. De pronto el cierre de la carpa ¡se abrió! Todos miramos y una brisa de aire entró y el silencio se apoderó de todos.

-          ¿y eso? – dije yo.
-          No sé marica –  dijo Raúl.
-          Un espíritu – dijo Nicolás.
-          Se bajó el cierre nomás – argumentó Paulina.
-          Anda hijupueta, alguien abrió ese cierre – sentenció Edgar.

Nadie se paró, esperábamos que alguien entrara, no había ningún ruido fuera de lo que la naturaleza nos daba.

-          ¿Quién va a ver? –  dijo Nicolás.

Algo de miedo había en el ambiente, nadie dijo yo, nos quedamos callados por algunos segundos, el cierre se había bajado unos 30 cm de un solo tirón, como si alguien lo hubiera impulsado.

Desde hacía rato tenía ganas de salir a orinar y fumarme un cigarro, así que les dije a los demás que yo iría.

-          Con cuidado hijo – me dijo Raúl.

Salí con algo de temor de la carpa, busque mis zapatillas que reposaban ahí afuera, me las coloqué, miré un vistazo alrededor y no había nada, caminé unos metros para poder orinar, mientras lo hacía me quedé viendo la luna amarilla, completamente despejada, y las estrellas, las tres Marías o los reyes magos, terminé y me alejé unos pasos, el miedo se había dilucidado, saqué un cigarrillo de la caja y empecé a sacarle humo.

Volví a ver las estrellas y me acordé de Sol y la orilla de la playa, a casi nada que había terminado el verano; recordé esa noche en la oscuridad de la mar, ya hacía más de un mes de aquello, abrazando a Sol por la cintura, mientras buscábamos distintas imágenes en ese cielo nocturno, tratando de buscar alguna forma nueva y de pronto ella me dijo, “ves ese corazón”, y ahí en lo alto del firmamento las estrellas dibujaban un corazón nítido formado por los astros ardientes.

Busqué y no había nada que dibujara ese corazón estrellado, pensé en ella, más que nunca, y la extrañe de forma irreversible, y mi corazón lo sentí a cientos de kilómetros con ella, porque ahí había decidido que descansara, en el firmamento de su mirada.

Termino el cigarrillo y decido regresar a la carpa, nadie me ha esperado, nadie pregunta que fue, ya todos duermen.

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