24 nov 2015

Tu fotografía


Me quedo con esta foto, de todas las de su viaje, elegiría esta, me gusta también la que se baña con las tortugas, bueno una de las tantas que aparece con las tortugas. Pero claro, prefiero esta, la que aparece sola, sentada al borde del cerro, con la pose de una reina que observa el infinito mar, tal vez deba ser la foto más escenificada, la cual tu decidiste tomarte apenas llegaste a Máncora, la más artística también… pero muy mal enfocada ¿Quién la tomó? El ángulo es el incorrecto, el paisaje se pudo explotar mucho mejor.

Ahí abajo el balneario de Máncora, no ha cambiado mucho desde el año que fui, la carretera panamericana norte cruzándola, los hotelitos que la componen, con sus piscinas o con sus cuartos comunes, de todo hay y para todos hay, unos arbolitos por ahí y al fondo el pequeño malecón y su ancho mar.

Una foto siempre captura el momento, la imagen en general, y cuando le echas un vistazo atrás, te muestran un recuerdo de ese acontecimiento, de lo vivido por ese entonces, acá unos años la mirarás y recordarás ese viaje, esos amigos, esas aventuras, la primera en plena libertad, nadie te controla, nadie que te exige llegar a la hora. Por lo demás, es una foto simplona, no es de esas obras de arte de la fotografía que capturan el sentimiento, la expresión, las que solo al verlas te comunican, ¿y por qué esa entonces? Si al parecer no dice nada, si la pose de la persona es estática, al lente no le dan los megapíxeles para redibujar su rostro y el cuello es rígido, que acompaña esa pose rigurosa, nada natural.

Porque es la continuación de esa imagen la que me atrapa, la parte que no se ve, en la que se posa tu mirada, que acompaña la orilla infinita, esa que el mar acaricia suavemente, diligentemente, como cuando pasas el tacto por un cuerpo y sientes la textura de esa piel y sus recovecos.

Me atrapa el reflejo del mar en tus pupilas, las que no puedo ver y solo imagino, es ahí cuando disfrutas el esplendor de tu viaje, con la brisa que te llega a cuenta gotas y es el viento el que da un respiro de oxigenación a tanta temperatura. Ahí disfrutas la totalidad del viaje, te calza la libertad de la vida, qué más puede haber después de esta cima… y por un segundo el silencio te embarga, en la concentración de esa reflexión trascendente.

Es en ese preciso momento de silencio puro que la nostalgia te abraza, que el miedo renace, que la tranquilidad embravece, porque has llegado a la cúspide de la libertad que ansiabas, y por eso mismo sabes que tendrás que descender sola, atravesando la orilla de la incertidumbre.

Tal vez así sea la vida, momentos mal enfocados, que pueden pasar desapercibidos en la inmensidad del océano, nada artísticos, nada para colorear; tal vez la foto te lleve al recuerdo de ese instante… pero tus pupilas, por un momento, te llevaron a la infinitud de la vida.



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