11 oct 2010

Lo que Varguitas no dijo




Fue mucho después, de la primeriza vez que compre una obra por iniciativa propia, “Se busca una mujer” (mujer que todavía no encuentro) de Bukowski, en una librería de la calle San Francisco, diría que fueron mucho años después, que un día, en el patio de una casona del centro histórico, se me ocurrió comprar una novela de él.

No fue a los seis años que empecé en el mundo fascinante de la literatura, él sí. Fue más bien tardía, sin iniciativa propia, pero con esa rabia anhelante de proliferar que yo leía novelas y sabia de autores, que empecé a concretizarlo de verdad. También fue una respuesta (excusa) hacia mi defensa, de que yo no leía textos escolares, que se traslucía en rojos en mi libreta, porque leía novelas descaradas que me enseñaban más de biología (dígase pornografía) que las que dictaba un profesor, que estudio medicina, no para salvar vidas, sino para graficar en la pizarra nuestra anatomía.

Fue esas ganas de excusarme del mundo, las que me alentaron y permitieron leer más novelas de las que pensé, atrás quedaron no solo las obras obligatorias que afirmabas leer en el colegio, El Túnel de Sábato fue la mejor opción que recuerdo. Sino la única novela que leí por imposición de mis ojos, Los Miserables de Víctor María Hugo; que empezó con Bukowski una afición que me llevaron no solo a devorar libros sino a atreverme a ser uno de ellos, un escritor.

Fue mucho después, que divise en la casona, un titulo tuyo que me motivo hacerlo mío, “Travesuras de la Niña Mala” ¡sí! De ti Varguitas; desde muy niño escuche del escritor contemporáneo salido de mi tierra, mas nunca me digne a leer algún título tuyo, que conocía por cultura general.

Ricardo se identifico conmigo, desde la primera hoja sabia que ya habían retratado mi historia de amor, Ricardo era yo y la mala siempre será ella (Josefina); tu lectura me llegó en un momento exacto, tal cual vivía una historia de amor, que como muchas no se concretizo.

“La fiesta del chivo” afianzo nuestra alianza, el punto final de esa novela, fue mi reconocimiento hacia tu majestuosa pluma, sin duda, pactamos que tu serías mi escribidor y yo tu lector.

Le siguieron la inacabada por mí “la guerra del fin del mundo”, la bibliográfica “tía Julia y el escribidor” y la dificultosa “casa verde”, así no solo esperaba anhelante “el sueño del celta” sino esperaba tener tiempo para proseguir con las demás.

Y sin más que decir, los medios y personalidades del mundo ya lo han dicho todo, aunque mis amigos de la derecha conservadora no les guste, aunque los de la izquierda te borren de la existencia, aunque te hayas olvidado de la tía Julia en tus “catorce minutos de reflexión” por respeto a tu prima, aunque sea uno más que se sube al coche para alagarte, cansados de decir que ya hace veinte años merecías ese premio, aunque Borges no lo sepa, dejo en claro, que antes de ser Peruano, antes que los de el diario “El País” te quiten tu origen por volverte Español, antes de los estúpidos comentarios confrontados por ser o no ser “hispano-peruano”, antes que me llamen antipatriota, como dijo el Rey de España ¡porque no se callan! Porque tu antes que todo y lo relevante que serás ahora, eres, serás y morirás ¡siendo Arequipeño!



“cuando el churrasquero menor me lanzó, sin preámbulos, un puñetazo que me sentó en el suelo. Desde allí, y mientras, aturdido, dificultosamente me ponía de pie y me preparaba a poner en práctica la filosofía de mi abuelo, un caballero de la vieja escuela, quien me había enseñado que ningún arequipeño digno de esa tierra rechaza jamás una invitación a pelear… “


“la tia Julia y el escribidor”
Mario Vargas Llosa

1 comentario:

Anónimo dijo...

"La cultura, desgraciadamente, es, sigue siendo, un monopolio de la izquierda convencional, muy inalterable, que disfruta de privilegios y se permite satanizar a quienes no comparten sus ideales." Mario Vargas llosa

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