21 jun 2010

El susurro de mi mujer ballena



Negaría tu importancia en mis días si fuera importante hacerlo, no lo es, eres lo más extravagante que me ha pasado en los últimos meses y de sobremanera tengo que agradecértelo.

Me has cautivado interminables noches con mi renegar por tu pasividad en el océano, si fuera ballenero, de esos corsarios ecologistas que ven enriquecedor disminuir el volumen de las aguas, te dejaría naufragar en los océanos, no obstante, tendría que agradecer a las ratas marinas su intención de contribuir “el no desaparecer de las costas por manos deshiélenles”, sedentarios bloques de hielo entendedores de las señales de humo.

Tu inoperancia constante, tu sigilo a voces, tu tétrica manía de pasártela bien, tu pretexto abnegado, tu volitiva grasa, la chacha sanguínea, la preocupada por nada, rectifico, tu preocupación innecesaria, la descuidada, la actriz en sus primeros paños, la del trauma abusivo, la inestable del mar (mañana la marea calma, el jueves el oleaje maltrata tu alma), la que no enfrenta, la que no suda sus palabras, tu fuerza fofa, tu resentimiento notorio, la previsible, la desenmascarada por mi placida maldad, la desentendida, la que rebuzna en silencio, la que murmura que me quiere, a la que me cree lo mismo, si fueras un poco distinta, si propondrías a la vida tu estilo postergado, este corazón espinoso estaría gustoso, de difamarte, de no calumniarte, de clavar en tu piel mi espina sangrante, sin embargo, te dejas naufragar en los océanos, te dejas llamar mi mujer ballena.







1 comentario:

Nando dijo...

interesante ballenero, espero que la mujer ballena; si es la que estoy pensando; no te saque el ancho por calificarla tan exacto jajaja

http://bonifacios.blogspot.com/