Foto tomada por ella
Hay frases que no deben ser leídas, hay otras que no te calzan en el tiempo exacto, hay otras que no ayudan y la tuya entristece.
La tuya entristece y tampoco la debí leer, mucho menos en días de tribulaciones y menos cuando necesito un abrazo.
Las últimas horas del día no han sido buenas, un coraje impotente ha querido derrumbarme, pensar que no puedo más, que no debo seguir, y que la ventana de mi tercer piso es mi puerta de embarque.
Y cuando siento que hay una esperanza que renace, que nada aún se ha perdido, que cuando amanezca será un nuevo día, y podré volver a ser fuerte, mantener la calma y dirigir el barco como el capitán que debo ser, el que abandonaría la nave en caso que todos hayan podido salvarse; entro al facebook y leo un mensaje, que sabe a despedida, a verdad, a mentira, que me sabe a ti y lo firmas tú.
Lo intentaste, siento que estos días sí lo intentaste, y que no puedes; y como termina tu frase “no soy para ti”.
Duele leerlo, claro que duele, uno se pregunta en que he fallado, que el cariño no es suficiente, que el querer no lo conjugas y el amar no lo has vocalizado. Vuelve a doler que prefieras a otros, esos que no te merecen pero que tienen el toque de hacerte sufrir, de angustiarte, de desplomarte, de pensar que el amor es un fracaso, pero si te vuelven a sonreír, ver que el amor florece de sus labios.
Prefieres a los interesantes, a los guapos, a los de buena voz, a los habilidosos con las manos, a los que tengan un rol de malo en película de colores, esos que te apasionan, que te quitan los pensamientos, los que te echan a perder varios días con cortinas negras, los que esperas que vuelvan en algunos años, sin tener en cuenta si tú serás la misma.
Del otro lado estoy yo, el demasiado bueno, mejor que los demás, por eso no te merezco, tú que te sientes pecadora y yo el muy católico, el complaciente, el que te dice cosas bonitas, el que te entretiene o el que llamas cuando no hay más a quien llamar.
El ranchero.
El que no te genera pasiones, el que busca la paz y tú ya quieres ser héroe, el que te hace reír, como guasón camuflado que se equivocó de palacio, el historiador, el consejero, el de la megalomanía gigantesca, el que alardea con los bolsillos vacios, el perfecto amigo, el que se gana tu confianza, el que arriesgaría no defraudarte, el que daría la vida por ti en un poema y quién sabe si en la vida real.
El gordo, el chato, el feo, al que le falta un poco para ser lo que todas ellas quieren, el hombre exacto; tal vez si fuera un poco distinto: alto, flaco, guapo, tendría el punto exacto de tu paladar, de tu gusto o harían la conjunción perfecta con lo que ya soy, y tal vez así no me soltarías, me querrías, me desearías, me buscarías o si quiera serías amable con el amor que te doy; no el duro roble que aparenta no tener sentimientos pero que por dentro es verde, esperando florecer en brazos del verdadero amor, ese que aparenta no ser yo.
La chica bella, la inocente, a la que le repetiría una y otra vez lo mismo, a la que quiere saber más de lo necesario, a la que no me cansaría de verla, por más que siempre me esquive la mirada, la del cabello orgullosa, la que se arregla cuando quiere, la ladrona de deseos, la que cuestiona y busca, a la de los labios sensuales, a la etcétera de versos infinitos.
Me dejas con las ganas de sacarte un beso, un te quiero, un aprecio; me dejas con la melancolía que pude ser más yo y tal vez quizás, un de repente.
Tal vez con los años, cuando lo superfluo no entre a tallar, podríamos conocernos mejor, sin embargo no sé si seguiré siendo el mismo.
Volvamos a la frase desgarradora, la que me quita una lagrima sin darme una moneda a cambio, y no la de “no soy para ti” sino la de “perdóname Javier”, la que también te duele, la que te disgusta, la que no te gustaría decir y sabes que no hay otra manera de decirlo.
Y así terminan unos días bellos, de llamadas, de esperas, de risas, de engreimientos, por mí también, de película a blanco y negro, de helados sin Venecia, de momentos agradables, de trabajos universitarios, de tu by by que lo detesto (confesión) y que lo voy a extrañar, de pendientes sin resolverse, sin adiós ni hasta pronto, porque vamos a seguir viéndonos y espero que no como dos extraños.
Y ya es hora de terminar, de volver a soñar, de recordar algo sencillo que me dijiste, “soñé contigo y seguro a ti te hubiera gustado el sueño” a veces me gusta Freud cuando dice que el subconsciente anhela tus deseos más ocultos, porque si lo fuera, yo no te estaría escribiendo esto.
1 comentario:
No se preocupe, el que espera amor en realidad no lo entendió, el amor no se espera, sólo se recibe...si no es correspondido sencillamente no existe, el que sufre por falta de amor no sabe amar. Usted tranquilo
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