20 may 2010

Un semental grotesco

(Fragmento del relato “La niña más cursi de mis ojos”, relato que no logré terminar.)






Desperté con el sol en la cara, mala costumbre no cerrar las cortinas –pensé-, algo distinto había en el ambiente, un aire muy femenino. Esas cortinas de color rojo indudablemente no eran mías sino de mi compañía, tendida a lado mío, semidesnuda y aún dormida. Necesitaba beber algo inmediatamente, mi organismo necesitaba apagar la caldera que me consumía por dentro, sin duda una resaca de aquellas. La miré detenidamente, sus rasgos físicos no eran mis preferidos, esa tez tan blanca que yacía a mi costado parecía más oscura la noche anterior, un leve error que el placer no vio. Me levante lentamente y tratando de no hacer mucho ruido, abrí la puerta de la habitación rumbo a sofocar mi agonía orgánica, cogí un vaso y lo llene con agua del caño, una y otra vez hasta sentirme saciable; acogedora cocina –pensé-. Aproveche para darle un vistazo al pequeño departamento, muy ordenado por cierto. Ya era hora de decir adiós y regresé a la habitación; estaba sentada encima de la cama y me observo con una mirada muy detenida, al ratito me regalo una sonrisa y dijo:






- Buenos días Boni.


- Buenos días preciosa –respondí.


- ¿De seguro no te acuerdas mi nombre no?


- …y extraño que tú te acuerdes del mío –le dije inmediatamente.






Calló, no supo que decir, definitivamente ella había prestado más importancia al momento de conocernos, yo sólo le preste importancia a su cuerpo y el hecho de acostarnos; lo que dije para engatusarla, conquistarla y terminar en la cama a estas alturas ya no importaban; por otro lado no era un engaño, si ayer le baje la luna hoy ya se había ido al salir el sol.






- ¿A dónde vamos a ir a tomar algo? –me pregunto- después de hacerlo me da mucha hambre –continuó diciendo.


- Yo a mi casa tú no sé, donde te apetezca comer me imagino –respondí.


- ¿Qué? –puso el grito en el cielo- pensé que desayunaríamos juntos.


- Pensaste mal –le dije- Clotilde, como se llamaba mi cocinera, ya me debe haber preparado el desayuno y no pienso hacerle un desplante –terminé diciendo.






El silencio reino en la habitación, su mirada cambio, me insultaba con los ojos. Me acerqué a buscar mis pertenencias entre las sabanas y el tapiz del suelo, no encontraba mi prenda intima, se la dejaré de obsequio –pensé-, empecé a vestirme con una calma como si nadie me apresurara, como si la persona que me acompañaba no quisiera botarme a patadas; todo estaba ya en su lugar, la billetera en el bolsillo derecho del pantalón, el celular y las llaves en el izquierdo, ¿el reloj? no usaba reloj hace años. Fui con dirección a la puerta y sin voltear a verla saqué mi billetera, la abrí y saqué un par de billetes y los tire al aire, levemente cayeron al suelo.






- Gracias por el servicio –le dije- espero que con esta cantidad te contentes –volteé y le guiñe el ojo- no te olvides de abrirme la puerta de abajo –finalicé diciendo.


- ¡Métete tu dinero por el culo! ¡idiota! ¡imbécil! ¡perro desgraciado! ¡ojalá te mueras! –me respondió agresivamente.






 
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1 comentario:

Anónimo dijo...

espero que no seas un escritor demasiado realista...tienes una imaginación muy buena jaja sonso

http://bonifacios.blogspot.com/